Para entender la perspectiva neotestamentaria del diezmo y cómo esta práctica es reflejo del sistema financiero para el mantenimiento de la obra de Dios en el Antiguo Testamento, es necesario ir a las raíces u origen para entender lo que significa para nosotros en esta era.
Antes de considerar el concepto bíblico debemos asentar primeramente algunos principios inalterables:
1º. En toda época, Dios ha apelado a la generosidad de sus hijos para el mantenimiento, sustento y promoción de su obra. Son sus seguidores, los que han recibido los beneficios de las bendiciones de Dios en sus vidas.
2º. Como parte del sistema de adoración, Dios incluyó la participación del hombre al permitirle algo que ofrecer a Dios: siempre lo mejor.
3º. Dios nunca ha apelado a los infieles para hacerlos participantes de la promoción de su obra en la tierra.
4º. En toda época, los hijos de Dios se han sentido privilegiados por ser participantes en la promoción de Su obra.
¿Qué sistema ha utilizado Dios?
1. Desde los tiempos anteriores al establecimiento de la Ley de Moisés, los patriarcas practicaron la entrega del diezmo como parte correspondiente a Dios. Abraham, por ejemplo, dio los diezmos a Melquisedec (Génesis 14:28; 28:10-22).
2. En la ley mosaica, Dios instituyó oficialmente el sistema de los diezmos para el mantenimiento del culto a Dios.
a. Dios apartó una tribu entera para ministrar, en lo espiritual, a las once tribus restantes. Los Levitas fueron el regalo de Dios para ellos. (Núm. 8:14-19)
b. Responsabilizó a once tribus para el sostenimiento del culto.
c. Dios no les dio heredad, sino que los repartió dentro del territorio de las once tribus para que estuviesen cerca del pueblo a quien iban a ministrar.
3. El sistema financiero aplicado para el mantenimiento del culto en el N.T. es el mismo del A. T. Así lo enseñó Pablo (1 Corintios. 9:13-14).
Para concluir, podemos decir, que el sistema de diezmos es el más justo y equitativo, porque no depende de la cantidad que uno da, sino la relación proporcional de lo que todos reciben, de tal forma que tanto el que gana mucho como el que gana poco da la misma proporción a Dios.
Antes de considerar el concepto bíblico debemos asentar primeramente algunos principios inalterables:
1º. En toda época, Dios ha apelado a la generosidad de sus hijos para el mantenimiento, sustento y promoción de su obra. Son sus seguidores, los que han recibido los beneficios de las bendiciones de Dios en sus vidas.
2º. Como parte del sistema de adoración, Dios incluyó la participación del hombre al permitirle algo que ofrecer a Dios: siempre lo mejor.
3º. Dios nunca ha apelado a los infieles para hacerlos participantes de la promoción de su obra en la tierra.
4º. En toda época, los hijos de Dios se han sentido privilegiados por ser participantes en la promoción de Su obra.
¿Qué sistema ha utilizado Dios?
1. Desde los tiempos anteriores al establecimiento de la Ley de Moisés, los patriarcas practicaron la entrega del diezmo como parte correspondiente a Dios. Abraham, por ejemplo, dio los diezmos a Melquisedec (Génesis 14:28; 28:10-22).
2. En la ley mosaica, Dios instituyó oficialmente el sistema de los diezmos para el mantenimiento del culto a Dios.
a. Dios apartó una tribu entera para ministrar, en lo espiritual, a las once tribus restantes. Los Levitas fueron el regalo de Dios para ellos. (Núm. 8:14-19)
b. Responsabilizó a once tribus para el sostenimiento del culto.
c. Dios no les dio heredad, sino que los repartió dentro del territorio de las once tribus para que estuviesen cerca del pueblo a quien iban a ministrar.
3. El sistema financiero aplicado para el mantenimiento del culto en el N.T. es el mismo del A. T. Así lo enseñó Pablo (1 Corintios. 9:13-14).
Para concluir, podemos decir, que el sistema de diezmos es el más justo y equitativo, porque no depende de la cantidad que uno da, sino la relación proporcional de lo que todos reciben, de tal forma que tanto el que gana mucho como el que gana poco da la misma proporción a Dios.
Llanes, Luis E. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Editado por EDICI: Rancho Cucamonga, California, EE.UU.
El hecho de que Melquisedec recibiera diezmos de Abraham no indica un mandamiento como tampoco el hecho de que existiese la circuncisión antes de la ley indica que nosotros debemos circuncidarnos (Exodo 4:24-26). Tampoco se puede sostener el diezmo diciendo que existía antes de la ley pues también el sábado existía antes de ella y nosotros no debemos guardarlo. La regla para los cristianos es: cada uno dé según haya prosperado... porque Dios ama al dador alegre. El diezmo se ha cambiado por la alegría. Ella es la que ve el Señor, quien mira los corazones. Un cristiano que mira que sus pastores hacen buen uso de lo recogido, no tendrá problema para dar el 10% o más. Si se insiste en pedir el diezmo es porque eso se ve, hoy, como medio de enriquecimiento de los pastores. Y, como la moda es la mega iglesia, se exige el diezmo para mantener ese estilo que... ¿es de Dios?
ResponderEliminarHarold Herrera. haroldherr1@yahoo.com
Gracias
Gracias, hno. Brian, la página que me envió está muy buena. Mucho material enriquecedor y muy epecialmente cómo la Iglesia primitiva empleaba las ofrendas o donaciones que el pueblo hacía.
ResponderEliminarSiempre he pensado que las ofrendas corren paralelos a los diezmos, no se contradicen ni interfieren. Cada uno, en su órden cumple su cometido. Las ofrendas para las necesidades de caráter sociales, los diezmos para el mantrenimiento del ministerio de la Iglesia (1 Cor. 9:13-14).
Es de suponer que en una Iglesia que preponderantemente estaba compuesta de gentes pobres y a las cuales había que ayudar, no se le podía hablar de diezmos, pero no por eso la costumbre de diezmar fué anulada completamente. Hay una rientación de Pablo que no puede pasarse por alto.
No pienso tampoco que el que no diezme está bajo la maldición de la ley y mucho menos que va al infierno. Vivimos bajo la gracia y lo que no se haga por amor, ni ofrendas ni diezmos tienen valor. (Mateo 23:23)
Mil gracias hno. Me fué y va a seguir siendo de bendición esta página. Dios siga enriqueciendo su vida.
Ptor. Luis Llanes