Hay cuatro condiciones o estados que la Biblia reconoce y que con tres calificativos define a aquellos que se han convertido verdaderamente a Él: 1. Santos, propiamente dicho, 2. “perfectos”, 3. “espirituales” y 4. “justos”. Si quiere comprobarlo, tome una Biblia y buque en la concordancia estas tres palabras y anote la cantidad de veces que Dios a usted le llama santo, perfecto, espiritual y justo.
Sin embargo hay que tener en cuenta dos cosas:
1º. Dios lo trata a usted y lo mira así a través de la sangre de Su Hijo Jesucristo. Aunque usted no es nada de eso, a causa de su naturaleza pecaminosa todavía en vías de perfección, sin embargo, la Biblia nos enseña que a cusa de tu fe en el sacrificio expiatorio de Jesús, Dios te imputó o atribuyó esa condición. Esto no por tus méritos, sino por los méritos de Cristo.
Quiere decir que, aunque nada somos por nosotros mismos, Dios se toma la libertad y el derecho de llamarnos como él quiere, desde sencillamente “hijos” como con todos esos calificativos que exaltan y ennoblecen la obra consumada en el Calvario ante el mundo.
2o. Es una pretensión auto titularse de santo, perfecto, justo y espiritual. Si usted quiere sentir una sensación desagradable yo lo invito a que cierre sus ojos, piense en Dios y comience a decir en alta voz: “Yo soy un santo”, “yo soy espiritual”,“yo soy perfecto”, “yo soy justo”, ¡Que bueno soy yo!
¿No es verdad que usted mismo siente repugnancia por usted? y si alguien lo oye lo primero que dice es: “este es un globo inflado” ¿Por qué sentimos esa sanción? Porque precisamente. Cuanto más cerca de Dios estamos nos damos cuenta de cuan indignos somos de tal forma que humillados ante su presencia, reconocemos que, somos lo que somos por lo que él es y no por lo que nosotros decimos ser. La santidad, la perfección, la espiritualidad y la justicia son estados que solo el mundo ve cuando llevamos una vida de obediencia plena a Dios. Es el mundo, y no nosotros, los que tienen que dar crédito de ello.
Llanes, Luis E. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Editado por EDICI: Rancho Cucamonga, California, EE.UU.
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