En el capítulo 6 de la Epístola a los Hebreos dice que “los que fueron iluminados y gustaron del don celestial y fueron hechos participantes del Espíritu Santo y recayeron, es imposible que sean otra vez renovados para arrepentimiento” v. 4-5. ¿Todo aquel que peca contra Dios, no tiene perdón jamás? .
Para contestar esta pregunta y trazar bien la Palabra de verdad, es necesario tener en cuenta dos cosas: 1º. A quiénes es dirigida esta epístola, o sea los destinatarios y 2º. Cuáles eran las circunstancias que rodeaban a estos cristianos a los cuales se les escribe.
Primero tengamos en cuenta que esta carta está escrita, preponderantemente, a los judíos convertidos, los cuales, a causa de su fe sufrían una cruel persecución, cárceles, vituperios, a la vez que el despojo de todos sus bienes, , etc. (10:32-34;12:4). Uno de los sufrimientos más grandes de ellos era que padecían el despojo de todos sus derechos dentro de la propia familia ya que sus parientes los desheredaban y desechaban por causa del evangelio. Eran tenidos como traidores a la fe de sus padres.
Tanto era el rigor de la prueba que muchos no podían resistir y eran tentados a apostatar de la fe en Jesucristo y volverse a los suyos. Cuando esto ocurría y para comprobar que de verdad había renunciado al evangelio, lo sometían públicamente o ante la familia a una prueba terrible que consistía: primero: pisotear simbólicamente la sangre de Cristo; segundo, declarar verbalmente que la sangre de Cristo era inmunda; tercero, afrentar al Espíritu Santo, lo cual se constituía en una blasfemia flagrante contra el Espíritu Santo como Espíritu de Gracia.
Jesucristo enseñó claramente que, todo aquél, que con conocimiento y conciencia de lo que hacía blasfemare contra el Espíritu Santo no tendría perdón ni en ese siglo ni en venidero. Aún hoy está vigente este principio. Esto nos muestra que el autor de la epístola a los hebreos no se está refiriendo a los pecados comunes que se comenten, sino a casos especiales de blasfemia.
Es bueno que tengamos en cuenta que la gracia de Dios es amplia y que Juan nos enseña lo siguiente: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo; y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, ni por los de todo el mundo” (1 Juan 2:1-2, leer vs. 5:10).
Llanes, Luis E. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Editado por EDICI: Rancho Cucamonga, California, EE.UU.
No hay comentarios:
Publicar un comentario