Para entender este misterio, tenemos que remontarnos al Edén. Nuestros primeros padres pecaron, por lo cual, Dios para cubrir su pecado hace un sacrificio animal cuya sangre sería derramada como tipo del sacrificio preordenado antes de la fundación del mundo y consumado en el sacrificio de Jesucristo. Dios demandaba un sacrificio cruento, porque sin “derramamiento de sangre no se hace remisión de pecado”. Este principio fue enseñado puntualmente a Abel y Caín por sus padres, quienes escucharon por boca de Dios sus demandas por el pecado.
Dios es el que asienta las bases y el modelo, el hombre obedece por fe. La fe verdadera produce una obediencia correcta y ofrece un sacrificio excelente. Esta es la base de la verdadera adoración.
Caín escuchó la enseñanza correcta también, pero su fe era una fe muerta. Su corazón torcido quiso crear otro camino para acercarse a Dios, otra forma para adorar. La fe muerta desarrolla obras muertas. Por lo cual, en franca rebelión contra Dios, establece la religión humanista, la del hombre, la de las obras, la de la justificación personal, pero no sobre la base de lo establecido por Dios.
La excelencia del sacrificio de Abel estriba en su obediencia a lo establecido por Dios, esta se conformó al formato de Dios y Dios se agradó de él porque su fe lo llevó a obedecer.
¿Por qué Dios pone énfasis en la actitud de Caín?. Porque Dios sabía que un cambio de actitud produciría un cambio de sacrificio.
Es imposible creer que es la actitud neta del hombre, independiente del sacrificio que ofrezca, lo que reconoce Dios para justificar al ser humano.
Si fuera así, el mismo Dios se contra diría. Algunos dicen: No importa lo que ofrezcas el asunto es que tengas una buena actitud.
No importa lo que hagas si eres sincero.
Yo soy bueno y con eso tengo.
La buena actitud no basta si esa actitud conduce a la desplazar el fundamento colocado por Dios.
En el caso de Caín y Abel, sus ofrendas eran de carácter expiatorio. Era una ofrenda por el pecado. No creo que ni una ni la otra eran una ofrenda de acción de gracias, los dos sacrificios se hicieron con un propósito común: expiar el pecado para acercarse a Dios.
Para eso era necesario, imprescindible un sacrificio cruento, de lo contrario el sacrificio cruento de Cristo en la cruz, prototipo del sacrificio de Abel, hubiera sido innecesario.
Si el fundamento humano para obtener la gracia de Dios fuera válido porque va acompañado de una buena actitud, el sacrificio de Cristo sería inválido y estaría de más.
Por otra parte Dios le dice a Caín: “¿Por qué te has enojado y por qué ha decaído tu semblante? Si hicieras lo bueno ¿no serías enaltecido? ¿Qué fue lo malo que hizo Caín?. Lo malo a que se refiere Dios no es a “su actitud”, sino a “su ofrenda”.
La ofrenda de Caín era mala desde antes él enojarse con Dios. Su actitud fue posterior a la ofrenda por el rechazo de esta. La ofrenda era mala, por eso fue rechazada por Dios, su actitud fue mala cuando Dios le manifestó su rechazo de esa ofrenda.
Esto es corroborado por la Biblia cuando dice: “No como Caín que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por que le mató? Porque sus obras eran malas y las de su hermano, justas?. El asunto es de “obras malas” y “obras justas” haciendo alusión directa de las causas por la cual mató a su hermano Abel, o sea los dos sacrificios.
El asunto es asunto de ofrenda, no de actitud; el asunto no es de actitud, sino de fe.
Por eso es imposible que la ofrenda de Caín representase los ritos y sacrificios de la ley mosaica, pues de estos se dice que “eran buenos” porque cumplieron su propósito dentro de la dispensación en que fueron establecidos. Además, una cosa mala no puede ser representativa ni típica de una buena.
La ofrenda de Abel fue “excelente” antes que fuera aceptada por Dios. Fue aceptada por Dios porque era excelente y era excelente porque se ajustaba a lo prescrito por Dios. Entonces se nos revela, una ofrenda mala y una ofrenda excelente. Mala porque no se ajusta al plan de Dios, excelente porque se ajusta al plan de Dios.
Dios agrega: “Pero si no lo haces, el pecado esta a la puerta…”
Entonces el pecado se produjo en la ejecución de algo objetivo, en algo que hizo mal. Su mala actitud: elemento subjetivo se derivó de lo malo de su sacrificio: hecho objetivo.
Entonces concluimos que la verdadera ofrenda que Dios acepta y que justifica al hombre es aquella que satisface las demandas de la justicia divina: de parte de Dios, la provisión de la ofrenda, de parte del oferente: fe, buena actitud y un sacrifico excelente.
Caín representa el culto al “yo”, al “hombre”, al esfuerzo humano traducido en obras muertas., Caín da inicio a la religión de la justificación por obras. En Abel tenemos los principios de un verdadero adorador: fe sobre la base de la promesa dada por Dios a nuestros primeros padre que se proyecta históricamente en el Calvario y experimentalmente en el corazón del hombre cuando este se atreve a creer.
Pablo dice: “Nadie puede poner otro fundamento” (1 Cor. 3:11)
“El camino de Caín” (Judas 11) comenzó con su mala ofrenda y ha persistido a través de la historia representado en todos aquellos que quieren establecer su propia justicia en menoscabo de la justicia divina.
La Fe de Abel, comenzó con su ofrenda excelente y ha corrido paralelamente con el “camino de Caín” a través de la historia, representado en aquellos que por la fe recibimos la justicia de Dios en Cristo, pero sin cruzarse ni unirse, producto de la incompatibilidad que hay en esencia, naturaleza y fines.
Llanes, Luis E. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Editado por EDICI: Rancho Cucamonga, California, EE.UU.
No hay comentarios:
Publicar un comentario