En ocasión de estar Eva sola, paseándose por el Edén, el Diablo, aprovechándose de la soledad de la mujer, se le acercó para utilizarla como vehículo de sus malvados deseos. De esa forma, encontrándola sin la compañía protectora de alguien que pudiera respaldarla en dicha circunstancia, el diablo lanza un ataque, no frontal, sino sutil y astuto.
La pregunta clave fue: ¿Conque Dios ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?. Observamos que el diablo tergiversa la Palabra de Dios con el fin de llamar la atención a la mujer. Simultáneamente introduce sutilmente una duda acerca de la bondad de Dios: ¿Cómo es posible que un Dios tan bueno les niegue a ustedes el derecho a comer del fruto de los árboles? Si él todo lo hizo bueno ¿por qué esa prohibición?
¿Qué indican los versículos 2 y 3 en cuanto al conocimiento que Eva tenía?
Indican que ella no ignoraba el mandamiento expreso de Dios, aún cuando no lo había recibido directamente de Él, sino a través de Adán, quien se lo había explicado bien.
¿Cuál es el segundo paso que da el tentador?
Después que ha introducido una duda, ahora el diablo niega la veracidad de las palabras dichas por Dios, introduciendo a su interlocutora en el escabroso terreno de la incredulidad: ¡NO MORIRÉIS!. Pero va aún más lejos. Para reforzar sus palabras añade un argumento que ya no sólo hace dudar a la mujer acerca de la bondad de Dios, sino que la convence de que el Creador “no está jugando limpio” con ellos. Él es egoísta, pues no quieren que ellos compartan el conocimiento con él.
¿Cómo reacciona la mujer?
Ahora sus ojos han sido desviados al árbol. Ella ha aceptado las palabras del tentador. No ha meditado en toda la bondad de Dios manifestada hacia ella, sus ojos se han encandilado ante la brillante argumentación de la serpiente. Y, sobre todo, ante el objeto de la tentación: el fruto prohibido.
Tal y como lo describe Juan, (1 Juan 2:116) en relación a las tácticas satánicas de la tentación, el diablo utilizó los mismos principios técnicos, tanto con Eva, como con Jesús. Primero describamos los términos:
Mundo: “Sistema terrenal bajo el cual Satanás ha organizado a la humanidad caída sobre principios opuestos a Dios” (Unger)
Carne: “Naturaleza humana caída, asiento de nuestros impulsos e inclinaciones pecaminosas que nos enemistan con Dios” (Idm)
PRINCIPIOS TÉCNICOS APLICADOS A:
“Los deseos de la carne...” Son los deseos que tienen su asiento u origen en la naturaleza pecaminosa del hombre y en algunos casos constituyen degeneraciones de instintos y necesidades corporales”
EVA: “Y vio la mujer que era bueno para comer”
JESÚS: “Di a estas piedras que se hagan pan...”
“Los deseos de los ojos...” Son los deseos o inclinaciones en nuestra naturaleza pecaminosa que son activados a través del sentido de la vista.
EVA: “Y era agradable a los ojos...”
JESÚS: “Le mostró todos los reinos del mundo”.
“La vanagloria de la vida...” “Es el ostentoso despliegue de impiedad” (UNGER) que activa la naturaleza egoísta y rebelde, la soberbia y las pretensiones de grandeza del hombre"
EVA: “Y codiciable para alcanzar sabiduría...”
JESÚS: “Le mostró... la gloria de ellos y le dijo: Todo esto te daré...”
Observamos también, que tanto Eva como Jesús estaban solos físicamente. Aún cuando las tentaciones pueden venirnos cuando estamos acompañados, la soledad es propicia para que el diablo trate de hacernos daño. El diablo siempre ha aplicado los mismos principios tácticos con el hombre, ya que estos se adaptan perfectamente a la naturaleza caída y pecaminosa del hombre, o sea las satisface.
¿Qué lección sacamos de este hecho sacado de la lección anterior?.
Una doble lección: primero, con el diablo no se dialoga, se reprende. Segundo: ni el ataque mas demoledor que lance Satanás contra la Palabra del Dios nos da derecho a nosotros para alterarla o acomodarla. Recuerda que ella es poderosa.
La reacción de la mujer es inmediata, el tentador ha logrado captar la atención de ella, ha logrado incitarla a una observación mentirosa. Ni corta ni perezosa la mujer contesta: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer...” (¿cómo se atreve a decir semejante cosa?, ¿quién dice que no podemos comer de los frutos de todo árbol?). “Del fruto del árbol que está en medio del huerto, dijo Dios: NO comeréis de él NI LE TOCARÉIS, para que no muráis” (3:2-3). Aquí está, justo, el segundo paso de la caída. Eva ha añadido la frase: Ni le tocaréis.
Dio el primer paso: prestar atención a las palabras capciosas de la serpiente; ahora da el segundo: en su afán de vindicar la causa de su Creador, Eva altera las palabras del Señor.
Llanes, Luis E. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Editado por EDICI: Rancho Cucamonga, California, EE.UU.
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