Antes de dar una respuesta sobre este asunto, es necesario decir que este tema es sumamente controvertido. Las encuestas señalan, que aunque muchas personas están a favor de esta práctica, sin embargo hay que reconocer que hay muchísimas personas que creen lo opuesto. En medio de esta contradicción de opiniones se encuentra la Iglesia. Todos esperan que ella también dé su fallo, su opinión. En este caso la Iglesia se ve en la misma posición que todos; hay diversidad de opiniones. Pero, ¿qué dice la Biblia? Nada al respecto. Todo intento que cualquiera haga para hacer hablar a la Biblia a favor o en contra, es infructuoso. En este empeño algunos han hecho destrozos haciendo interpretaciones y aplicaciones fuera de contexto y lugar. Sin embargo, a pesar de todo esto, algo tenemos que decir y, para esto, respetando la posición de cada uno quiero solo hacerles reflexionar sobre los siguientes aspectos para equilibrar la posición.
Primero: El aspecto ético. Sabemos que la donación de órganos se ha prestado y se presta para la comercialización indiscriminada. Detrás de esta actividad se ha creado toda una mafia que trabaja en la localización de órganos, que controla su venta y de la cual saca gruesos dividendos. Esto ha hecho que muchos rechacen la idea de donar sus órganos. Sin embargo, es bueno pensar también que hay formas correctas e instituciones reconocidas que controlan legalmente esta actividad, a través de las cuales, el órgano llega a buen destino. Es bueno pensar que, a pesar de la mafia, hay una vida que pudiera salvarse por la donación de un órgano (quizás un hijo, una amistad, un niño, etc.), que a la postre se perderá si no se utiliza. Si vemos que no hay claridad en el proceso de donación, si no tenemos un destino claro, es lógico que tengamos nuestras reservas al respecto.
Segundo: Es necesario analizar los móviles internos. Esto, de parte del necesitado y/o sus familiares, como de parte de los donantes. En la actualidad hay personas que están en lista de espera para obtener un órgano. Para salvar esa vida, hay que esperar que otra vida muera. A veces algunos piden a Dios que aparezca el órgano. Pero no piensan en la vida que se va a perder y el dolor de los familiares que quedarán afectados. Entonces, ¿qué esperamos?, ¿qué pedimos a Dios: que se haga cómplice de una muerte que en nuestro interior deseamos que se produzca para salvarnos nosotros o a algún familiar? Tal parece que nos envuelve un espíritu insensible y altamente egoísta. Tal parece, cuando vemos por la televisión haciendo propaganda al respecto, que hay una actitud bastante fría cuando se demanda y ofertan los órganos como si fuese una mercadería común y corriente. Sin embargo, es bueno que pensemos también que, de todas formas, los accidentes se producen, la muertes van a suceder inexorablemente, y si tenemos la posibilidad de emplear un órgano de ese cuerpo, cuyo destino es la corrupción y, si tenemos la oportunidad de donar uno de nuestros órganos para ayudar a vivir a otros, lo podemos hacer sin pensar en sentimientos humanos.
Tercero: hablando de sentimientos, si vas a donar tus órganos, el móvil verdadero para tu donación debe se un verdadero amor por tu prójimo. El “poner o exponer la vida por un semejante” es bíblico. Por ejemplo: “El pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11) “Algunos osan poner su vida por su amigo” (Juan 15:13). Jesús puso su vida por nosotros, para salvarnos. Pero este acto tiene que ser una decisión de iniciativa propia y bajo la convicción que es tu deber hacerlo.
Y, para terminar, es necesario, aplicar este principio bíblico para no pecar con nuestros pensamientos y palabras juzgando a los demás: “El que “dona” no menosprecie al que “no dona” y el que “no dona, no juzgue al que “dona”. El que “dona” para el Señor “dona”, y el que “no dona” para el Señor “no dona”. Porque ninguno de nosotros vive para si ni muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos y si morimos para el Señor morimos” (Rom. 14:1-9, el principio general adaptado), “con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las Iglesias de Dios” (1 Cor.11:6).
Llanes, Luis E. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Editado por EDICI: Rancho Cucamonga, California, EE.UU.
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