¿Hemos dejado el objetivo del desafío de Dios para lograr una vida de santidad?
Desde el primer momento que entregamos nuestra vida a Cristo, todo el que hacer de la vida cristina se convierte en un desafío para el creyente. Este desafío es de carácter permanente, ya que hasta el mismo momento de nuestra partida con Dios siempre habrá algo que se constituya una meta para alanzar. Dentro de este desafío hay varias áreas que alcanzar.
- Por una parte se nos desafía a crecer en la gracia de Dios (2 Pedro 3:18).
- Se nos desafía a crecer en el amor de Dios (1 Tes. 3:13).
- Se nos desafía a crecer en el conocimiento (2 Ped. 3:18; Col. 1:10).
- Se nos desafía a creer en la fe (2 Tes. 1:3; Heb. 11:8; Heb. 12:2).
- Se nos desafía a Crecer en la obra del Señor (1 Cor. 5:58).
Todas estas área de crecimiento cristiano nos llevan a lograr una estatura espiritual a la que Pablo le llamo “la estatura de la plenitud de Cristo, con el propósito de que ya no seamos más niños fluctuantes, inconstantes, vapuleados del viento como un barco a la deriva. La aceptación de este desafío, trae necesariamente, una vida de santidad en la vida del creyente, por lo que el cristiano que pierde de vista el objetivo que Dios tiene con los desafíos que él mismo nos presenta, pierde la posibilidad de vivir una vida a la altura de las demandas de Dios.
Ese tipo de vida, vivida como queremos nosotros y no como Dios quiere, Pablo le llamó, “vivir en la carne” y la vida cristiana vivida en la carne es una vida infeliz, sin victoria, sin gozo y con un resultados desastrosos y un final muy malo. Hay que renovar la visión del objetivo de Dios para lograr la vida de Dios en nuestras vidas.
No hay contradicción entre una cosa y la otra, sino que una deriva a la otra.
Llanes, Luis E. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Editado por EDICI: Rancho Cucamonga, California, EE.UU.
No hay comentarios:
Publicar un comentario