¿Puedo hacerme sanidad interior? Si es así, ¿con quién puedo hacerlo? ¿Puedo yo misma hacerme sanidad interior?
Para responder a esta pregunta tenemos que definir qué cosa es sanidad interior.
Primeramente, es necesario señalar que la frase "sanidad interior" se ha estado usando desde hace años, para nombrar un conjunto de técnicas y prácticas psicoterapéuticas, de diferentes orígenes y procedencias, dentro del quehacer de la Consejería Cristiana. La inmensa mayoría de tales técnicas y prácticas, aunque muchas veces poseen un barniz bíblico, son realmente de origen no bíblico y cristiano.
La palabra "interior" está definiendo la naturaleza de esta actividad que se le realiza a personas cuyos males no tienen nada que ver con el cuerpo, aunque en ocasiones se reflejan en reacciones somáticas también. Con esto quiero decir, que este tipo de "sanidad", sea quien sea quien la realice y sea cuáles sean las técnicas empleadas, va encaminada a tratar de sanar el alma y el espíritu de la persona afectada síquica y anímicamente por diversas circunstancias.
De hecho y en primer lugar, el hombre, hablando genéricamente, está enfermo espiritualmente. Esta enfermedad espiritual que se refleja en toda la personalidad es producto, básicamente del pecado original. El apóstol Pablo declara que “todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios. Santiago dice: “La persona que dice que no tiene pecado hace a Dios mentiroso”. El pecado, como enfermedad del alma, ha separado al hombre de Dios. Se ha producido un cisma entre Dios y el hombre. Esta separación sume al hombre en un estado de condenación, de infelicidad, de insatisfacción implicando la comisión de otros pecados que empeoran su situación.
Tanto para su enfermedad original llamada pecado como para las consecuencias que derivan en otros pecados, Jesucristo trajo el remedio para sanar el alma, de tal forma que su sacrificio expiatorio trae liberación del pecado, devolviendo al hombre la comunión perdida con Dios y trayendo paz y felicidad al corazón. Juan dice que: “La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado” y que Jesucristo ha “reconciliado al hombre con Dios”. “Al que el Hijo libertare, será verdaderamente libre”.
Por regla general, cuando una persona, en medio de su calamidad espiritual, se convierte al evangelio y recibe a Jesús como Su Salvador y Señor, se resuelven sus problemas espirituales, pero en otros casos, aunque las personas reciben perdón y salvación, quedan secuelas de su vida pasada que tiene que ser tratada de una forma diferente. Algunas de las secuelas son: resentimientos a causa de no haber perdonado a personas que en su vida antes de convertirse le hicieron algún tipo de daño; falta de estima por el recuerdo de pecados pasados; complejos por falencias físicas o espirituales, sufrimientos por cualquier motivo. Esto implica la necesidad de ayuda espiritual. Aquí es donde surge la necesidad de consejería, de asesoramiento, y es donde también, desde hace años, se introduce la práctica de esto que conocemos con el nombre de "sanidad interior".
Ahora bien, ¿quién te va a ayudar? Es bueno saber que el hecho de ser cristianos, buenos creyentes, etc., no capacita a nadie para dar ayuda a personas con necesidades espirituales agudas. Aconsejadores hay muchos, pero consejeros no abundan. También es importante saber que no son las técnicas psicoterapéuticas más o menos cristianizadas (usadas en la "sanidad interior") las que te van a ayudar. En todos estos casos, es necesaria una consejería bíblica consistente, llevada a cabo por una persona preparada para hacerlo.
El consejero tiene que tener una serie de cualidades espirituales que lo capaciten para esta labor. Un nuevo convertido no sabe tratar estos problemas. un creyente aunque lleve años, si no tiene vida espiritual, si no ha recibido entrenamiento especializado para estos efectos en la Iglesia Local, no puede porque no sabe ayudar. Un creyente, aunque sepa todas las técnicas de aconsejamiento, si en su vida privada, de hogar, no sabe comportarse y aconsejar a los suyos, tampoco es capaz de ayudar a nadie. El diablo se ríe de él. Una persona que no esté lleno del Espíritu Santo y no tenga discernimiento espiritual ni sabiduría, no puede ayudar a nadie. Más bien yo aconsejaría que fuera con el pastor o la pastora, o en su defecto personas que trabajen en esta área en la Iglesia Local y que sea seria y sobre todo que sea discreta.
Ahora bien, el creyente maduro, que ya ha sido destetado, que ya tiró la mamadera y que entró en su adultez espiritual tiene capacidad de resolver sus problemas espirituales por sí solo. Sabe cuáles son los procedimientos y da los pasos. Si tiene que pedir perdón, nadie tiene que empujarlo, pues el Espíritu Santo de Dios le da testimonio de que tiene que hacerlo tiene su voluntad adiestrada para proceder. Sabe orar y ayunar para resolver los problemas agudos que se le escapan de la mano y aprende a buscar en la Biblia el consejo oportuno para su orientación. No significa con ello que, en ocasiones, no va a pedir consejo, pero sabe también dónde buscarlo.
Para ambos casos citados anteriormente, tanto el creyente nuevo como el maduro, estos son algunos consejos:
CUIDADO con los "consejeros" o "ministerios" llamados “buzos”, a los cuales les gusta sumergirse en las profundidades del pasado de la persona y para esto emplean métodos de la psicología psicoanalista de Freud, que atenta de lleno contra la enseñanza bíblica. Solo Dios tiene la capacidad incursionar en las profundidades del corazón humano y dar la ayuda real.
CUIDADO con los “consejeros” o "ministerios" fiscales, que usan el pasado de la persona, para echarle en cara un pasado que ya Cristo borró.
CUIDADO con los "consejeros" o “ministerios” chismosos, los que están prestos para escucharlo todo y después para hablarlo todo.
CUIDADO con los "consejeros" o “ministerios” morbosos que se gozan en el pasado oscuro de las personas.
PARA AYUDA ESPIRITUAL DE LOS LECTORES, ESTAREMOS INCLUYENDO A CONTINUACIÓN UNA LISTA DE ENLACES EN LOS CUALES SE PUEDE OBTENER INFORMACIÓN MÁS AMPLIA SOBRE ESTE Y OTROS TEMAS AFINES.
Haga "click" en cada enlace:
Demonismo y sanidad interior. Por el pastor Samuel O. Libert.
¿De qué nos recordará el Espíritu? Por Floyd Woodworth.
El G-12 y la sanidad interior. Por Pablo Santomauro.
El G-12 y la sanidad interior. Por Pablo Santomauro.
Llanes, Luis E. Ministerio Luz y Verdad. Puerto Madryn, Chubut, República Argentina. Editado por EDICI: Rancho Cucamonga, California, EE.UU.
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